Los gatos son los reyes de la casa, son animales muy territoriales a los que no les gusta que les saquen de su entorno, y mucho menos, que los suban en un coche.
Sacar un gato de su entorno puede resultar un poco estresante. Es por ello que, si se trata de un viaje de uno o dos días, podrías plantearte si realmente vale la pena hacerle pasar este trance. Si es una estancia más grande, lo que podemos hacer es que poco a poco vaya conociendo qué es eso de ir en coche.
Aunque por seguridad, no es la opción más recomendada, los perros pueden ir engantxats en un cinturón de atrás del coche. En el caso de los gatos, a excepción de algún caso muy raro, el transportín les ayuda a sentirse protegidos y más seguros. Busca un transportín grande, como mínimo debe poder moverse y dar la vuelta en su interior. Ten en cuenta donde el colocarás: el suelo detrás de los asientos (para evitar que se mueva), o en un asiento pegado con el cinturón. Tiene que ser un lugar ventilado (pero que no le dé el flujo del’aire directamente) y que no se mueva en caso de frenadas bruscas.
Un par de días antes de coger el coche pone alguna de sus juguetes dentro, una de sus mantas o alguna otra cosa que le guste mucho. Deja que interactúe con él, de esta manera se irá habituando y el día del viaje todo le resultará más familiar.
Si lo que tienes es muy grande, puedes fabricar uno con cartón. Si no tienes espacio suficiente, pon un empapador para evitar sorpresas y mantener su lugar limpio.
Para evitar mareos evita darle de comer dos horas antes del viaje.
Si se trata de un viaje largo, no olvides darle agua cada 1-2 horas y dejar que salga del transportín un rato que estire las patas dentro del coche. Aprovecha para acariciarlo y mimarlo.
Durante la parada, si hace calor, no dejes a tu gato encerrado en el coche, ni siquiera a la sombra,puede subir la temperatura del vehículo en cuestión de minutos y la temperatura elevata puede provocarle un golpe de calor.
Aunque el principio no le apetezca porque no está habituado al lugar y necesite investigar, deja un poco de comida, seguro que una vez inspeccionada la zona se lo comerá.
Esperamos que disfrutes del viaje!
La recuperación anestésica del paciente es el procedimiento en el que el objetivo es volver al paciente a su estado consciente en el que estaba antes de la cirugía. Es una de las fases en las que se produce un mayor número de accidentes y complicaciones.
En esta fase, los dos factores más importantes de controlar son la hipotermia y el dolor, por lo tanto, tenemos que utilizar fármacos especiales para evitar este sufrimiento y técnicas especiales para que los animales no pierdan o recuperen temperatura lo antes posible.
Del mismo modo que anestesiamos un animal de manera gradual, primeramente sedamos a la mascota y posteriormente inducimos la anestesia general, el despertar del animal se debe hacer de la misma manera, de forma progresiva y gradual. Si esta recuperación se hace de manera rápida y brusca, los pacientes, sobre todo los caninos, tienen despertares complicados.
Los pacientes felinos suelen tener mejor despertar que los perros, menos aquellos en los que el efecto de la ketamina pueda ser superior al deseado. En estos casos pueden sufrir alucinaciones y rigidez.
Hay razas específicas de perros que, hagamos lo que hagamos, es de esperar que tengan un mal despertar, estas razas son por ejemplo los galgos, los Akitas inu y los huskies.
Durante la recuperación anestésica, es de vital importancia controlar todas las constantes vitales como frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria, CO2 expirado, oxígeno en sangre, polvo, color de las mucosas, presión arterial, etc., dado que cualquier cambio en la normalidad de estos parámetros permitirá actuar de forma precoz ante cualquier problema.
Durante el despertar anestésico y durante toda la recuperación el paciente llevará sueroterapia que permitirá mantener constante la presión arterial así como su hidratación.